Último deseo
Hay días, tal vez momentos dentro de ellos, que dejan una huella imborrable en la memoria, como un accidente mortal, como ser testigo de un crimen, como la desaparición de alguien que creíamos eterno dentro de nuestro 'mundo perfecto', dejándonos en estado catatónico a cada recuerdo; y la añoranza de lo que se pudo hacer flotando en el aire, con el dolor,
la rabia, la pena reposando en el alma para siempre.
Ayer soñé que venias
corriendo a mi auxilio y ahuyentabas a los fantasmas que inquietan mi dormir.
Te he escuchado andar en el segundo piso corriendo de arriba a abajo hasta
quedarte sin aire; te he visto a lo lejos, tal vez confundí tu figura, con otra
mascota en este lugar que has dejado. No quería que te fueras, nunca fue mi intención
hacerte a un lado; no puedo imaginar el terror que habrás sentido cuando estabas
en ese cuarto frío que llenaba de miedo tu corazón débil, que solo se apaciguaba
al estar a mi lado debido al mal que te aquejaba. Las medicinas, cada vez más fuertes, dañaban tu organismo que
necesitaba eterno descanso hace varios meses atrás. Era difícil que mantengas el
equilibrio, y pedías mi ayuda para levantarte. Te negabas a dejarnos porque
querías vernos juntos para despedirte, para finalmente cerrar tus grandes ojos
negros. Pero el dolor era más agudo con el transcurrir de los días, y no pudiste más. ¿Por qué me
han abandonado?, habrás pensado porque te viste sola, muy sola, como nunca lo quisiste estar en casa. Y expiraste.
Cubierto en vendas estaba tu cuerpo al lado de la puerta principal
de la casa reposando, esperando por su última morada, allí donde te miraríamos
de cerca siempre con una sonrisa, recordando cómo te gustaba echarte bajo el
sol, y yo tocaba tus pequeñas orejas para hacerte renegar. Era nuestra manera
de jugar y ya nos habíamos acostumbrado; luego, pedías más comida, más galletas,
más cariño, siempre con tus patitas, los ojos fijos hacia nosotros por tenernos cerca. Te fuiste y, lamento contarte esto: ya no querían saber más de ti.
Quería darte el último adiós como debía ser, todos juntos,
uno al lado del otro, haciendo un círculo en tu pequeña tumba al frente de
nuestro hogar, tu hogar, que cuidaste y quisiste por mucho tiempo. Cuando arribé
en la noche, ya no estabas: te habían 'desaparecido'. Me desesperé, y en vano, me puse
a preguntar por tu paradero. Sus rostros indiferentes, sin un ápice de dolor en las miradas, me decían que era tarde y no podía hacer nada. Lloré, por ti, por
ellos, porque era todo tan injusto. Era un hombre vestido de negro que apareció cuando
ellos decidieron deshacerse de ti después de barajar opciones absurdas. Nunca lo hemos visto por aquí, decían.
Solo llegó y se la llevó. Fue tan repentina
tu ida que no pude agradecerte lo mucho que hiciste por mi y nuestro hogar al
alegrar nuestros corazones con tus gracias y ojos tiernos. El dolor ha calado
dentro, y por más que deseo continuar,
no puedo seguir. Siento que el último nexo a mi niñez se perdió contigo al partir, que debo demostrar que yo no soy como ellos, que tú serás siempre parte de la familia. Por eso, he tomado una decisión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario